martes, 25 de mayo de 2010

Espíritus pseudo-sabios

Siguiendo un poco con el tema que comenté ayer en al entrada titulada La fidelidad del mensaje, me encuentro con una clasificación de espíritus que pueden comunicar con nosotros en El libro de los espíritus. En el puesto octavo podemos leer:

Octava clase: Espíritus pseudo-sabios.- Sus conocimientos son bastante extensos, pero creen saber más de lo que en realidad saben. Habiendo realizado algunos progresos desde diferentes puntos de vista, su lenguaje tiene un carácter serio, capaz de inducir a error respecto a su capacidad y a sus luces. Pero suele ser a menudo sólo un reflejo de los prejuicios e ideas sectarias de la vida terrena. Se trata de una mezcla de algunas verdades junto a los errores más absurdos, en medio de los cuales se transparentan la presunción y el orgullo, los celos y la terquedad de que no han podido despojarse.


Es cierto que a veces puede resultar fácil detectar a alguien (en este o aquel lado) así, pero ¿qué pasa si no le resulta tan fácil al médium? Pongamos el caso de que un ser pseudo-sabio, con un buen corazón y ganas de ayudar, puede hacer uso de su limitado conocimiento para explicarnos la realidad del mundo en el que vive; intenta explicar su realidad tal y como él la percibe, al igual que los hombres en la Edad Media explicaban que la Tierra era plana: así la percibían ellos, y en realidad, para su conocimiento, no nos estaría engañando.




Aquí ya nos estamos encontrando con la problemática de las limitaciones del espíritu (bondadoso, caritativo, compasivo, pero limitado en conocimiento y, digamos, estrecho de miras), pero si a éstas unimos las propias del médium, ¿qué tipo de mensajes podemos recibir y divulgar?

Según tengo entendido, incluso para un médium honesto, es difícil distinguir qué parte de la información que recibe del otro lado procede realmente del otro lado, y qué parte es cosecha propia. El médium puede recibir cierta información, pero muchas veces es inevitable colorearla con sus escasos conocimientos, prejuicios, creencias religiosas, etc. por lo que un buen médium, para ser un buen transmisor del otro lado, aparte de ser honesto consigo mismo, debería ser impecable no sólo en conducta, sino en la observación de su propia mente, de sus prejuicios culturales y religiosos, de sus acciones motivadas por el orgullo, la vanidad, el apego, el rechazo...

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